Difícil encontrar relación más tensa,
y mayor diferencia entre mesa y mesa,
que la de profesor y alumno,
que estudia a expensas de que una persona
aburrida y calculadora,
pero con cultura,
decida de una vez por todas aprobarle la asignatura.
Al comienzo se las traen felices,
pues la poca materia hace obviar los matices,
cual doncella y sus directrices,
lo que empeora linealmente con el paso del tiempo,
cual centella.
Y además está Ella,
que lo desconecta,
lo entretiene,
y lo secuestra,
y la relación que al principio muestra con el maestro
pasa directamente a pender de un hilo,
es un precipicio,
maldito vicio.
Se aproxima,
no te espera,
el examen cada vez más cerca de tu puerta,
y te observa,
y el profe se reserva,
no da pistas,
y el alumno que se irrita,
y lo cuestiona,
le pregunta con segundas,
no funciona
y lo abandona.
Y el profe que se ríe cuando llega a su sofá,
y qué pasará de aquí a 15 días piensa el pupilo en su pupitre.
¿Qué más da?
Mientras el profe,
que es un buitre carroñero,
se debate entre el combate y las ganas de pelear.
Fabrica el examen,
y se regocija,
¿quién aprueba?
Ja-Ja-Ja.
No le importa,
no le quiere ni su hija,
pobretica,
de verdad.
Vuelve a clase y les avisa,
los divisa como puede;
el alumno no reacciona,
y se acojona,
y le duele,
y qué suplicio,
y el profesor que aprovecha cualquier resquicio;
- Trabaja, trabaja y estudia!
y el alumno lo repudia y lo aborrece,
y al profe le parece que lo odia,
y se entristece.
Y lo suspende en el examen,
y el alumno se estremece y lo reclama,
se levanta de la cama,
va al despacho mientras llueve,
y ni lo llama.
he estudiado sin cesar,
¿y me suspendes con un 4'9?
Le insulta,
le ruega que le apruebe,
se vuelve loco,
y desvaría,
y el profesor avisa en secretaría,
y llega la policía,
y el alumno se marea,
y lo detienen.
Le hacen pruebas,
y lo descubren,
tanto estudio le ha afectado,
está enfermo y se medica,
y no aprobó por una chispica,
vaya infierno,
vaya estado.
Y al profe le llegan noticias del alumno,
y empatiza,
es un trastorno que le eriza cada uno de sus pelos,
le recuerda al duro trance que pasó su bisabuelo,
y clama al cielo,
y medita,
y se lo piensa.
Revisa el examen y no ve fallo,
se raya,
y como un rayo,
la idea de aprobarlo le martiriza hasta agobiarlo.
Y el rayo lo consigue,
le pone un 5 por la cara,
y al alumno ipsofacto llama;
y el profe angustiado empieza a llorar,
y no para,
y le comunica su aprobado,
y el alumno con descaro lo celebra,
y también llora.
Y profesor y alumno se fusionan,
se hacen uno
y les fascina,
entablan amistad
y les apasiona;
y coinciden al año en la piscina,
donde ahogan sus recuerdos más amables,
¿los adivina?