jueves, 14 de febrero de 2019

Cualquier día


La extraordinaria dificultad de expresar aquello que no es tangible. Ni tan siquiera real. Nuestra relación se basa en un cúmulo de chakras ingenuos que dicen congeniar en un universo totalmente ininteligible. Me agarro con las puntas de los dedos a ti. Las honestas llagas en los dedos evidencian la fuerza extraña a la que me someto para sostener lo nuestro, contra todo pronóstico. Mi espalda ya no soporta más.

Nunca nadie entenderá lo que mi recóndita parte del cerebro siente cuando conectamos por arte de magia. Tal vez todo esto sea tan exagerado que carezca de sentido. Tal vez no sea más que un entramado mental buscado para poner en orden cada uno de mis difusos pensamientos. Siempre se me dio mejor pensar que explicar lo pensado.


Intentar encontrar un equilibrio sería absurdo; primero porque nunca fue nuestra intención seguir los pasos preestablecidos; y segundo porque sería imposible domar las dificultades inherentes a este desastre.


La frustración mutilante y a la vez seductora de que estamos solos en esto no puede no estar presente. Nadie hará nada por nosotros porque no somos nadie para nadie. No hay ayuda alguna y nuestro laberinto parece tener grandes propósitos de que uno u otro, o ambos, nos quedemos por el camino y escojamos cortar de raíz en cualquier amago de desfallecimiento. Pero tampoco está de más pensar en cómo sería esa jugada maradoniana en la que nos deshiciéramos de todo obstáculo y consiguiéramos ese final, que a la vez sería tan difuso e impredecible como cada uno de los años que hemos ido soportando juntos.


Las relaciones interpersonales jamás se podrán controlar. Y el enorme muro de cartón que nos separa no quiere perder su gran parte de protagonismo. Nada de esto parece tener sentido. Pero siempre ha sido así. Llevamos caminando de una mano común demasiado tiempo; el problema está en que esa mano nunca fue la del otro. Hasta ahora hemos optado por la opción de no mostrar a menudo nuestros sentimientos por miedo a que caigan en un saco que ni siquiera existe, pero, ¿tendremos la valentía de tomar el otro camino? ¿la tendremos en algún momento? ¿o dejaremos que eso que llaman destino nos posicione y nos defina una idea de vida estable en la que no seamos más que un buen recuerdo para el otro?


Mentiría si dijera que no es lo que pienso. Mentiría si fuera optimista. Pero también mentiría si no dijera que mis sueños y planes no se entienden sin ti en un lugar muy privilegiado en ellos. Yo solo querría pedir calma, silencio; pero en mis adentro solo encuentro gritos de auxilio que llevan tu nombre por montera.


Eres mi eterna y más bonita casualidad y no quiero que te quedes solo en eso. Quiero que seas hogar y aliento, quiero ser capaz de reflejarme en ti y que entiendas de una vez por todas que te admiro pase lo que pase. Por cada una de tus decisiones, de tus inquietudes e incluso de tus miedos. Por cada palabra de ánimo, lágrima derramada o consejo frustrado. Por cada momento, lejano, pero vívido. Por cada una de tus sonrisas sanadoras. Gracias por mantenernos vivos, y felicidades, por ser y estar.