Los ojos hablan,
las bocas mienten,
las palabras matan, rematan y entienden
que oídos no escuchen,
que personas luchen y empujen,
que manos ayuden y cuellos se giren y miren,
que dedos señalen
e indiquen con asombro
la forma de ser feliz y aun teniendo un desliz tener ahí un hombro,
un alivio mundano,
un cariño cercano,
unos brazos que envuelvan tu pasado en abrazos,
un corazón con sus lazos,
un amor escondido y temido en un pecho cansado.
Suben mariposas por tu tripa,
una espalda y dos piernas
que respaldan toda una vida.
Resuenan en tu interior las ganas de avanzar,
ganar y ganar,
caer y volver a intentar;
caminar, correr,
que los pies te pidan consuelo,
llegar a volar y que las suelas no toquen el suelo,
y sin más,
sentir la eternidad: llegar al cielo.
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