viernes, 30 de agosto de 2013

Por ti, por mí, porque el mundo es nuestro.

      
Mucho tiempo esperando esto. Mucho tiempo envidiando al mundo, que sonreía, mientras aquí dentro llovía. 

Es cierto que a veces pasa. A veces, pese a que estés atrapado en una nube tan densa como oscura, hay una luz escondida en el más ajeno lugar. Tal vez esa luz siempre ha estado ahí, inmersa en un inmenso espacio iluminado de por sí. 

Pero hay algo que la hace diferente: su constancia. En las buenas, en las malas, en las peores, en las irremediables. Nunca se va. Luces como ella hacen que esta vida tenga sentido. 


Pero, ¿cómo saber si es la luz adecuada? Muy fácil. La vida son altibajos constantes. Cuando tu corazón sonríe y ahí fuera el Sol reluce, todo es perfecto. No hay preocupaciones que valgan: ¿para qué?. El verdadero problema surge cuando por dentro se está llorando, y  el cielo azul al que nos hemos "acostumbrado" empieza a nublarse. 

Momentos de opacidad, nada te vale, todo te puede. Y entonces, ahí está ella: bendita Luz..

Recuerdas gracias a ella que estás aquí, que la vida hay que vivirla y que te apetece a rabiar hacerlo a su lado. Vuelves a sentir que tu corazón se acelera, mucho más fuerte.   El tiempo pasa rápido, una tarde es suficiente para ver que todo es diferente. Empiezas a darte cuenta: dentro de ti, todo ha cambiado.

Y si, aquí estoy, viendo como ahí fuera diluvia; mientras que en tan solo diez días, muy dentro de mí, brilla la luz más bonita de este mundo. 

Te quiero. #20



No hay comentarios: