domingo, 25 de enero de 2015

Fotografía.


Era una habitación cuadrada,
calmada y sin sobresalto,
con una cama de matrimonio,
una almohada en lo alto, 
un despertador rutinario 
y un ordenador cercano a un calendario.

Sin ningún tipo de movimiento,
ni el más mínimo viento,
un lugar pálido y vulgar
intentaba encontrar un ápice de sentimiento en dicho hangar,
labor dura de reconocimiento.

Al fondo, 
sin rumbo alguno,
un corazón,
parado y con desazón,
buscaba con la mirada aquella canción,
que sonaba en el ordenador,
sin sentimientos alrededor,
sin ninguna vocación, 
pero con ganas.

Cerca del despertador, 
postrado sobre la cama, 
descansaba de la trama el cerebro calculador,
que maquinaba y maquinaba,
estrafalario,
la jugada que le llevara de una vez 
a tachar del calendario los días varios sin más quehacer.

En su intento, 
tirado en la almohada, 
venga a maquinar, 
y nada,
y como si en un cuento de hadas,
se le apareció la madrina,
y en un lento pestañeo,
ahí estaba:
su media mandarina.

Cerebro y corazón cruzaron mirada y se encontraron,
mientras oían la canción perfecta,
y fue amor, 
pues viajaron sin ningún pudor,
directos,
en línea recta,
hacia la felicidad más plena: la verdadera.

Con los ojos cerrados,
pasaron a vivir los días ahí,
encerrados,
sin preocupación,
sin antiguos demonios,
descansando en la cama de matrimonio,
ahora especial.

La canción, 
que fue crucial, 
pasó a ser recuerdo,
sin más dilación,
en sus entrañas,
mientras que el ordenador se apagó,
pues su labor de intermediario bastó para hacerlo hazaña.

Y así comenzaron su vida, 
unida,
levantándose al son del despertador cada mañana,
tras noches de pasión,
donde la almohada,
desconocida y descolocada,
finalizaba la sesión a los pies de la cama,
reclamando su atención.

Este es el cuento de cerebro y corazón,
que encontraron la razón 
por la que vivir en dicha habitación por muchos años;
tachando días del calendario, 
con el recelo propio de dos enamorados,
que,
pese a no haberlo nunca,
habían salido del armario.

MORALEJA
Con solo una fotografía, 
nueva o vieja,
(un servidor) se decía día tras día:
Cerebro y corazón son la mejor pareja.

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