domingo, 15 de febrero de 2015

Autodestrucción.


Las personas somos indiviudos de fe, vástagos del sistema, diminutos insectos atrapados en las lianas de los árboles de un bosque inmenso, que duerme de noche y vive de día porque tiene que ser así.

Insignificantes piezas que bailan al son de brazos y mentes que dicen ser poderosas.

Piezas con un movimiento lo suficientemente limitado como para ser vigilado en cualquier momento en que se salga de lo previsto.

Actores de reparto y de segunda categoría en una película dirigida por alguien superior con un objetivo claro y establecido, pero no por ello humano.

Espermas que se pelean unos con otros por llegar a su propia felicidad, ignorando los valores reales de las personas, limitándose a seguir en su camino siguiendo la corriente.

Presos sometidos a cadena perpetua en la cárcel más odiada por aquellos que entienden que la libertad es necesaria.

Robots con una rutina totalmente definida que mezcla actos vitales y obligaciones.

Asesinos de ideas y de sueños.

Soñadores de vidas planas, y fieles a dormir casi más de lo que viven.

Despertadores, calculadoras y relojes con sentimientos que se ciñen a un horario y a unas costumbres impuestas sin previo aviso.

Cuerpos humanos con sistemas nerviosos y locomotores atrofiados, pero con un sistema operativo llevado siempre a la última actualización.

Ganado que precisa de comida para subsistir.

Desechos vanagloriosos preocupados por sus problemas y ofuscados en verter sus odios con personas ajenas.

Hechos sin importancia en relatos mentalmente avanzados.

Deshechos.

Historias inacabadas escritas a lápiz.

Gomas sin compasión que destruyen momentos.

Posesos dependientes del amor cual adictos a su heroína.

Acentos perdidos y sin rumbo en inmensas palabras esdrùjulas.

Un rebaño de ovejas billonario buscando un perro guía que cumpla con su labor.

Y un pastor.

Y una guitarra.

Y un mundo en braile en que las palabras se limiten para dejar de soltar mierda.

Seres atípicos, utópicos; tópicos típicos nos hacen ser cínicos prácticos.


Son eso, somos eso.

Dementes 
    de 
                      mentes,      
                                 dementes
                                      de
                                                     mentes...




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